Antonio Ledezma, Venezuelan opposition leader and political prisoner who escaped in November 2017, addresses the 10th Annual Geneva Summit for Human Rights and Democracy – see quotes below, followed by full prepared remarks.
On being an opposition leader in Venezuela:
“In January 2014 we took to the streets and a wrote “the document of transition.” But they persecuted us and put us in prison.”
“Venezuela will now have a seat the the Security Council… I will not be free and calm until justice is done.”
On being arrested by the Venezuelan authorities:
“Government forces came into my office without an arrest warrant and they made me disappear. There was a hearing the next day. They gave false evidence and sentenced me to 26 years of prison for trying to overthrow the government.”
On the suffering of Venezuelans under Maduro:
“My heart is throbbing. I suffer from the thought of my country. This country is experiencing martyrdom. In that last three years more than 300,000 Venezuelans have died.”
“We must say to the world with words that count, those who don’t do anything when murder is committed, Look at Venezuela and see how innocent civilians are dying of hunger.”
On Venezuelan crimes:
“Why is Venezuela special? There is a humanitarian tragedy. Venezuela is hungry not because we have no resources, but because we have delinquents in charge of the budget.”
“We have children dying because of malnutrition and the future of those who haven’t died is grim.”
“This regime has converted the armed forces to be obliged to kill innocent civilians.”
On Venezuela being elected to the U.N. Human Rights Council:
“Would you appoint a pedophile to a nursery school? To a kindergarten? The right to life is an essential right.”
Full Remarks in Spanish. See below for English.
Llegaba el filo de la medianoche del 17 de enero del año 2009. Los portones de la sede de la Alcaldía Metropolitana habían sido cerrados 40 minutos antes, una vez concluida una reunión con el gabinete de gerentes y directores.
De repente me informan, que 40 hombres armados con fusiles AK-47, uniformados de negro, cubriendo sus rostros con pasamontañas y vitoreando consignas alusivas a la revolución chavista, asaltaron las instalaciones apoderándose de mi despacho. Era la reacción del autoritarismo a la victoria alcanzada, a pesar del ventajismo dispuesto por el régimen para imponer a su candidato. Un mes antes, habían desatado su furia por la derrota infligida, malogrando la fachada del edificio sede de la Alcaldía.
Cuando reclamamos y pedimos explicaciones por tales despropósitos, la respuesta del mismísimo presidente Hugo Chávez fue: “esas eran protestas de orden laboral”. Su cinismo lo delataba como el autor intelectual de un proceso violento e inconstitucional que fue complementado con el despojo de 13 edificios invadidos, el arrebato del 95% del presupuesto que legalmente le correspondía administrar al ente y el vaciado de competencias definidas también en una ley orgánica que el propio Hugo Chávez había hecho aprobar años atrás.
Por supuesto que no nos cruzamos de brazos. Con el respaldo de ciudadanos, organizamos manifestaciones para defender la soberanía popular que estaba siendo vulnerada. Acudimos a la sede del Poder Legislativo, esperando que nos recibieran los parlamentarios a cargo de dicha institución; deseo que fue frustrado cuando pelotones de la Guardia Nacional Bolivariana nos cerraron el paso, desatando una furia inusitada contra quienes manifestábamos pacíficamente. Luego intentamos promover una consulta popular para que fueran las mujeres y hombres de Caracas quienes decidieran —otra vez— el destino de la Alcaldía que estaba siendo blanco de un atropello asombroso. Por eso fuimos a tocar las puertas del Consejo Nacional Electoral y allí también nos agredieron las fuerzas del orden público, sometidas a los caprichos del régimen, que terminó designando ejecutivamente a una autoridad gubernamental, que, en paralelo, se dedicó a boicotear el funcionamiento de la institución con verdadera legitimidad de origen. Los efectos de la asfixia financiera, comenzaban a producir estragos en la ciudad que demandaba soluciones a los problemas cotidianos, así como también en la economía doméstica de nuestros trabajadores, que no podían recibir oportunamente su respectivo salario.
Fue entonces cuando dimos un paso en la propia sede de la representación diplomática de la OEA en la capital de Venezuela, para iniciar el 3 de julio del año 2009 una huelga de hambre, con el fin de denunciar ante la Comunidad Internacional los desafueros que cometía el régimen. Exigíamos acatamiento a las leyes de descentralización; respeto a las facultades de Alcaldes y gobernadores, y la transferencia de los recursos financieros que hicieran posible honrar los salarios de más de 14.000 trabajadores dependientes de la Alcaldía Metropolitana de Caracas.
De allí salimos a un centro hospitalario para ser atendidos una vez levantada la huelga, al confirmar que los dineros solicitados, efectivamente, habían sido transferidos, y al contar con la palabra del doctor José Miguel Insulza, para ese entonces Secretario General de la Organización de Estados Americanos, de mediar en el conflicto en marcha. El estrangulamiento para impedir que honráramos los proyectos prometidos a la ciudadanía, cada día se tornaban más cruentos. No obstante, logramos sobrevivir y en medio de la crisis, hacer una gestión que fue reconocida y avalada por los electores caraqueños que me reeligieron como Alcalde en diciembre del año 2013. Esta vez habíamos derrotado a quien el difunto Hugo Chávez y Nicolás Maduro, habían designado como su Ministro de Comunicaciones. Otra vez, estupefactos, vimos la reacción intolerante del régimen, cuando se designa al candidato derrotado para el peculiar cargo de “Ministro de Estado para la Ciudad de Caracas”.
La verdad es que la crisis institucional, el desmantelamiento del Estado de derecho y el languidecimiento del principio de separación de poderes, generaba una atmósfera irrespirable que trascendía a los problemas atinentes a mi responsabilidad como Alcalde Metropolitano. Las garras del autoritarismo malograban a todo el país, con un pueblo agobiado por altas tasas de criminalidad, consecuencia de una mezcla letal de violencia con impunidad. El hambre y la carencia de medicamentos se asomaban amenazantes de consumar lo que ya está a la vista de todo el mundo: una hambruna que padecen los habitantes del país más rico en petróleo del mundo. Por eso y mucho más formamos parte de las manifestaciones, al lado de un pueblo que no se doblegaba ante semejante martirio, sino que tomaba las calles para reclamar el respeto a sus derechos humanos básicos, de vida, alimentación, salud y educación con calidad. Nada de eso se respetaba.
Por denunciar y protestar ese cuadro de injusticia, la tarde del 19 de febrero de 2015, las puertas de mi oficina, fueron derrumbadas a golpes de mandarria. A las 5 de la tarde, un estruendo que estremecía las paredes de mi despacho, me hicieron pensar que nos estaba sorprendiendo un sismo. Pero no era un movimiento telúrico, eran más de 25 funcionarios que sin orden de allanamiento, se introducían arbitrariamente en mis oficinas de donde me sacaron por la fuerza, en virtud de que me resistía a ser detenido sin que mediara una orden judicial que nunca apareció. Una vez en la calle, se contaron más de 100 efectivos policiales participando en un rocambolesco operativo, para luego desaparecerme por más de 6 horas, sin que ni mi esposa, mi familia ni los ciudadanos que fueron sorprendidos por la noticia, supieran de mi paradero. Al día siguiente se realizó la audiencia de presentación, en la que me enteré que estaba siendo acusado por los delitos de conspiración y de instigación para delinquir. Desde esa noche, fui recluido en la Cárcel Militar de Ramo Verde, en la que me encontré con mis compañeros Leopoldo López y Daniel Ceballos, al igual que yo, pesos políticos de la dictadura.
Desde entonces, se sumaron más de 1000 días privado injustamente de mi libertad. 33 meses en los que solo hubo tiempo para una sola audiencia, en la que se pidió para mí 26 años de cárcel. Todas las pruebas eran forjadas. Por eso, lo que privaba era el capricho gubernamental de reducirme al ostracismo. La perversidad no se conformaba con reducirme a prisión, sino que perseguían también a mi esposa Mitzy y a mi familia, contra quienes se abalanzaban en operaciones encubiertas los funcionarios, que las acosaban con el mayor desparpajo.
Después de haberme sometido a una impostergable intervención quirúrgica, se me otorgó el beneficio de casa por cárcel, lo que mediatizó de esa manera la libertad no solo de mi familia, sino también de mis vecinos. El régimen nos quería mudos, teníamos prohibido expresarnos. Desafiando esa limitación, decidí el 31 de julio del año pasado, emitir un mensaje a la opinión pública que se hizo viral en las redes sociales. Esa noche, la saña y la intolerancia se combinaron otra vez para sacarme de mi residencia por cárcel, con procedimientos violentos, que gracias a las imágenes captadas por los habitantes del edificio, fueron difundidas profusamente por Twitter, llegando por ese medio a las televisoras de todo el mundo.
Otra vez fui trasladado a la cárcel de Ramo Verde, otra vez comprendí y avalé la sentencia del Quijote, que aseguraba a Sancho que “no hay tesoro más grande que la libertad”. Desde esa noche, otra vez, en el tugurio en el que había sido enclaustrado, decidí recuperar mi voz para decir lo que siento y lo que pienso. Por eso planee auto-liberarme, emprendiendo una fuga que me exponía a la muerte, consciente como estaba, del riesgo de evadir la constante vigilancia policial instalada en mi residencia y de los peligros implícitos en una travesía de más de 1000 kilómetros, que implicaba sobrepasar, sin ser detenido, más de 30 puntos de control policial o militar hasta llegar caminando a Cúcuta, una vez superado el puente fronterizo Simón Bolívar, que une al territorio venezolano con el de la hermana República de Colombia.
Full Remarks in English
Good afternoon, friends, ladies and gentlemen and those who are watching us through the magic of the network, I welcome you. I’m going to tell you the story of someone who has suffered from the authoritarianism in Venezuela. With the support of the people of Caracas in 2008, until December of this year, I have suffered a great deal.
On the 17th of January I suffered an attack by the government on my office. They broke down the door with sledgehammers and they took possession of 13 buildings, the budget rose by 95%, according to an organic law, this wasn’t enough. Then, Chavez appointed someone who took on the powers that normally should be incumbent upon the mayor and we went to the Parliament to denounce all this and to save the people’s sovereignty, but they set the commando groups against us. Financial asphyxia began to set-in, there was no way to pay the employees of City Hall so we decided to start a hunger strike on July 3rd, 2009, and after this hunger strike, we started to understand that the decentralisation process was being strangled, and that we were losing the rule of law; that there was an attack of the rule of law, there was an attack on the sovereignty of the people.
But, I was reelected, despite all these difficulties, in December 2013 and a few days after having been elected by 60,000 votes in the city, Mr Villegas, who had been defeated in the elections before, was given a political position by the government. The institutions had been abducted by the regime, there were financial hemorrhages, the courts were being used to allow people to be shot and people were not allowed to speak anymore, so we went to the streets – this was in January 2014, with the support of many victims of the political attitude of the country. We took to the streets and we wrote a document that we called ‘the document for transition’, but they persecuted us. They caught us and they put us in prison.
On the 19th January 2015, at 5:20 in the afternoon, a troop of people came with more than a hundred men who part of the state security group, to attack my office. They didn’t a show an arrest warrant or any order that would allow them to arrest me, they just came into the office, they beat down the doors and they took me away. They pulled me out of my office and they made me disappear for six or seven hours. There was a hearing the next day, the only hearing that I had in more than a thousand days, that I was submitted to unjust oppression just once. They gave false evidence and they sentenced me to 26 years of prison for supposedly aiming to try to overthrow the government, and they took me in June to the military prison. They persecuted my wife and my daughters, including Antonieta, who came here to speak last year. I decided to escape, as I said on the 17th of November, 2017 so that I would reach freedom, the freedom taken away from me by Maduro.
But, I don’t want to speak about me, it’s not important what happened to me or to my family. What counts is what is happening to more than 30 million Venezuelans today. We’ve heard these speeches for 70 years about the defence of human rights, seventy years, and in these 70 years, we should point out, that there was a paradox; there is a government that has systematically violated and massively violated the human rights of Venezuela who is now occupying a seat in the Security Council and in the Human Rights Council of the United Nations. I will not feel free, although I’m free now, until Mr Lopez, Leopoldo Lopez, and (AC Manavi) and other people are free too. I will not feel free until they are free, and the young people who are now imprisoned. I will not feel free or calm until justice is done, until the long claw of the hand of international justice captures the people who were destroying the public institutions of my country.
Friends, I am speaking to you from my heart. My heart is throbbing. I suffer from nostalgia for my country. This country has been experiencing martyrdom in the last few years, more than 300,000 fellow Venezuelans have died because of malnutrition which kills children as well, and that is leading to famine, because people don’t have enough protein and calories per day. I feel great pain to know that the most petrol-rich and oil-rich country in the world, cannot come up with medicine to help people who are ill, who are CR-positive, who have cancer, or elderly people with high blood pressure problems. They don’t have medicine and people who have respiratory problems don’t have the medicine that they need either.
I’m speaking on behalf of our people who are today calling for solidarity from the international community. We must follow the example of the dignified people who helped Colombia, as Mr Almagro spoke to us about today. I’m asking for real solidarity so that we can move from diplomacy just being an expression to real diplomacy that is effective, and here in this hall, we are asking for help. Venezuela is asking for solidarity of the United Nations organizations, of the European Union, the OAS, of organizations defending human rights, because we are under siege in Venezuela. People say, you are asking for military help? We are asking for people to save the 30,000 of our citizens that have been abducted by this regime.
Friends, everything is not yet lost. Venezuela is strong, despite the difficulties. We have talented people and we have natural resources and we must end this dictatorship so we can enter a time of progress, so that we will see the great country that Simon Bolivar described. We must say to the world, with words that count, those who don’t do anything when murder is committed are also complicit. So, look at Venezuela and see how innocent civilians are dying and these citizens are expecting a great deal from each and every one of us.
So to conclude I would say that what we are doing now is necessary and if we don’t do it they will never have freedom. So, Arriba Venezuela, long live Venezuela, long live Venezuelan democracy.